EL DAÑO YA ESTABA, EL SISMO LO DESNUDÓ

07.03.2018

Por: Pamela Morán Saldívar

La escuela primaria "Reino de Jordania" ubicada en la Delegación Coyoacán, no resultó lastimada por el sismo del martes 19 de septiembre de 2017. El descarapelamiento de paredes que deja ver las varillas, el drenaje que se tapa cada vez que hay tromba, la falta de impermeabilización o los baños en mal estado, eran desperfectos de tiempo atrás. La última vez que se le dio mantenimiento al edificio fue hace más de diez años; después de ese tiempo, el deterioro se fue acumulando. Esto fue lo que ocurrió después del sismo.

La verdad sale a relucir

El 25 de septiembre, casi una semana después del sismo, los padres de familia carecían de información sobre la situación de la escuela; del director obtuvieron silencio en lugar de respuestas. Es hasta el 4 de octubre que toma la iniciativa y crea un grupo de WhatsApp con los padres de familia para informarles sobre las tareas. Una maestra era la encargada de enviar cada lunes unas guías de español, matemáticas e inglés; los alumnos comenzaron a resolverlas en casa, mientras se emitía el dictamen de seguridad por un DRO. Se acercaba el período de evaluaciones bimestrales; unilateralmente, el director tomó la decisión de evaluar a los alumnos con estos ejercicios.

El 9 de octubre se convoca a una reunión a las vocales y auxiliares de la asociación de padres de familia, con el propósito de dar a conocer los resultados del dictamen. La escuela fue ubicada en código ámbar, el inmueble escolar no era habitable; quedó asentado que esto no era resultado del sismo, sino debido a falta de mantenimiento. Paradójicamente, la contingencia sísmica puso al descubierto daños añejos, también la urgencia de atenderlos; de otra forma no hubiesen sido reconocidos. El dictamen ámbar significaba que mientras no se hicieran los arreglos, los alumnos no podrían regresar a clases; la reubicación era inminente.

Las promesas oficiales

Tres semanas después de ocurrido el sismo, el titular de la SEP informó que se estimaba en 20 mil millones la cantidad de recursos necesarios para la reparación de escuelas; aseguró que antes de que concluya la actual administración, se realizarían las reparaciones menores, la rehabilitación parcial y la reconstrucción total de escuelas (https://www.eleconomista.com.mx/politica/-Reparacion-de-escuelas-danadas-por-sismo-costara-20.000-mdp-Nuno-Mayer-20171010-0102.html). Dijo también que existía un fideicomiso del programa de reforma educativa que permitía hacer entrega de recursos por un monto de entre 25 mil, 50 mil y 250 mil pesos por escuela, dependiendo del tamaño y cantidad de las afectaciones. Agregó que se otorgarían 7,330 tarjetas de débito, mismas que se activarían una vez que la SEP recibiera el acta firmada por los padres y el director de los planteles beneficiados, indicando que la habían recibido . Finalmente, aseguró que los padres de familia no tenían la obligación de entregar dinero de su bolsillo para la reparación de las escuelas.

Ante esta información difundida por televisión y radio, los padres de familia de la escuela primaria Reino de Jordania, se comunicaron por medio de WhatsApp para deliberar sobre la conveniencia de esperar los recursos gubernamentales o comenzar a hacer una cooperación para ir avanzando en las reparaciones.

Las alteraciones de la rutina escolar

El 17 de octubre se convocó nuevamente a otra junta, ahora con todos los padres de familia, para anunciar el regreso a clases pero no en la misma escuela. Se informó a los padres que sus hijos se distribuirían en dos escuelas, de la siguiente manera: los alumnos de primero y sexto se irían a un plantel ubicado en Miguel Ángel de Quevedo, mientras que los de segundo a quinto grado, se mudarían a la primaria 21 de agosto, ubicada en Copilco el Bajo. Se aclaró que utilizarían el mismo uniforme y los útiles que ya tenían; los docentes también se separarían, conforme a sus grupos.

Exactamente un mes después del sismo se concretó la reubicación; algunos padres se ofrecieron para ir a limpiar los salones que les habían prestado.

En este mapa se muestra la distancia entre la primaria Reino de Jordania y la de Copilco el Bajo; la distancia entre una y otra, es de 2.5 km.

Para llegar a las escuelas donde fueron reubicados, algunos padres y alumnos tenían que hacer una caminata de 20 a 30 minutos, otros tuvieron que gastar en un transporte público con un costo de doce pesos, contratar un servicio de transporte para el traslado de sus hijos o consumir más gasolina, en caso de que el medio fuese en automóvil propio.

Indudablemente, la reubicación alteró la rutina diaria de las familias de los niños inscritos en la primaria Reino de Jordania; abruptamente tuvieron que mudarse a una escuela más pequeña, enfrentándose a restricciones de espacio que antes no tenían. Pero no nada más era el espacio; la clase de educación física que antes tomaban dos veces por semana se redujo a una; la salida al receso se demoró una hora después de la que ellos estaban acostumbrados. Hubo padres de familia que dijeron sentirse incómodos porque al final de la jornada, sus hijos debían salir por la puerta trasera.

El peso de las decisiones

El viernes 20 de Octubre, a propósito de la desinformación que privaba en torno a los recursos que la SEP proporcionaría a las escuelas dañadas por el sismo, algunos padres propusieron hacer una cooperación para reunir recursos e iniciar la reparación de los daños lo antes posible.

Previa convocatoria por redes, el 24 de octubre se reunieron afuera de la escuela Reino de Jordania y lograron recaudar 23 mil pesos, con los cuales pensaron se podría adelantar en algo las reparaciones.

Un albañil conocido de un padre de familia se ofreció a prestar sus servicios por una paga modesta; la intención era que la mayor parte de los recursos se ocuparan en los gastos para reparar la escuela. Mientras tanto, y ante la falta de respuestas oficiales, continuaron marcando insistentemente a la SEP para obtener información sobre los recursos prometidos.

Un posible regreso en condiciones inciertas

El 10 de noviembre, el director hizo una junta con los padres para informarles que sus hijos regresarían a la escuela Reino de Jordania, en un promedio de dos a tres semanas. La reacción fue de desacuerdo, sobre todo porque el albañil que prestaba sus servicios no había podido hacer mucho por falta de mano de obra. En respuesta, el director dijo: "si quieren, pueden ir a apoyar al albañil, al final es para beneficio de sus hijos.

Al terminar la reunión, los padres decidieron quedarse a platicar entre ellos acerca de lo que estaba sucediendo; de ahí surgió la idea de hacer una kermés para reunir más dinero y acelerar el proceso de reconstrucción. Algunos padres se negaron, argumentando que había que esperar el fondo de la SEP; otros dijeron que la SEP no daba respuesta y que los alumnos necesitaban regresar ya a su escuela. Al final no lograron llegar a ningún acuerdo, la kermés quedó descartada.

El desacuerdo persiste

El 23 de noviembre, pese a que el albañil lo único que había hecho era poner unas trabes para apuntalar algunas partes que lo ameritaban, el director reunió nuevamente a los padres para notificarles que la fecha para el retorno a la escuela sería el 4 de diciembre del 2017. En ese momento pretendió elegir a los padres de familia que irían a limpiar y pintar la escuela. Una vez más, hubo quienes no estuvieron de acuerdo; al final, se acordó que en la semana del 27 de noviembre se convocaría a otra junta con el fin de analizar en qué condiciones se encontraba la escuela y si de verdad era lo suficientemente segura como para que los alumnos regresaran a ella. Después de esa reunión, comenzó a circular la especie de que se pediría una cooperación de 13 pesos para la pintura, que las vocales serían las encargadas de recabar el dinero y que cada niño arreglaría o limpiaría su banca.

Colofón

Al momento de escribir esta historia, atender los desperfectos que el sismo desnudó en la escuela Reino de Jordania, seguía pendiente, al igual que la entrega de los recursos prometidos por la SEP. Según el plazo fatal anunciado por el director semanas atrás, los alumnos estaban a una semana del inminente regreso sin que se hubiesen realizado las reparaciones indicadas en el dictamen del DRO como necesarias.

El descontento de los padres continuaba porque la SEP dejó sobre sus hombros toda la responsabilidad, tanto monetaria como organizativa, para resolver unos daños que el sismo hizo prácticamente inocultables. Su desacuerdo obedecía también a que, si inscribieron a sus hijos en una escuela pública, fue por no contar con las condiciones para solventar gastos de colegiatura y otros que demanda la escuela privada. Aún esperaban el fondo prometido, de eso dependía su tranquilidad y la seguridad de sus hijos.

¿Por qué si la SEP anuncia la entrega de recursos para reparaciones, éstos no llegan a las escuelas? Tal parece que el desastre escolar post sismo, no es una prioridad gubernamental; el lugar de las soluciones que le corresponde brindar a la autoridad pública ha sido ocupado por el silencio, la omisión y la inacción. ¿Será que la política es no intervenir, para obligar a los padres a hacerse cargo?, ¿esta es la autonomía de gestión de las escuelas que propuso la reforma educativa? 

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