Entre duda y duda, las clases se reanudan.

12.01.2018
  • Por: Andrea Yunuén Martínez Jacobo                                                                          El 19 de septiembre de 2017, un movimiento telúrico sacudió a los estados de Puebla, Morelos, Estado de México y Ciudad de México, causando grandes daños en los hogares de muchas familias, centros de trabajo y de estudio. Niños y jóvenes se vieron afectados, al ser reubicados en otras escuelas para continuar con sus estudios.

A escasos días de ocurrida la desgracia, el Secretario de Educación declaró que todas las instituciones educativas, de cualquier nivel, públicas o privadas, debían contar con un dictamen emitido por un Director Responsable de Obra (DRO), en el que se diera constancia de las condiciones de seguridad en la infraestructura escolar. Periódicamente, aquéllas que contaran con dicho dictamen, aparecerían en una lista avalada por la SEP, indicando que podían regresar a la normalidad, y reanudar clases.

Hasta aquí todo parecía sencillo, era cuestión de esperar. Poco a poco, en las puertas de entrada o en la pared principal de las escuelas, comenzó a ser exhibido el papel que pretendía dar seguridad a maestros, padres y alumnos, para retomar actividades.

Los días transcurrieron, luego se convirtieron en semanas; un número desconocido de escuelas seguían sin aparecer en las listas oficiales ¿Qué paso? ¿Quién les dio el dictamen?

La incertidumbre del dictamen

El Centro de Bachillerato Tecnológico, Industrial y de Servicios (CBTIS) número 29, ubicado en el municipio de Ecatepec, Estado de México, fue construido en un cerro. Consta de cuatro edificios donde se imparten las clases, un espacio para trámites escolares, otros para la dirección y subdirección, clases de cómputo, arte y danza, y cafetería. Cuenta también con dos canchas de basquetbol y un edificio equipado con maquinaria, utilizado por los alumnos que estudian mecánica industrial.

Desde el 19 de septiembre y hasta el 17 de octubre, esta escuela se mantuvo inactiva; el dictamen de seguridad demoró en ser emitido, por tanto, no aparecía en la lista de escuelas que podían retornar a clases.

En la página de Facebook de la institución, se informaba que aún no se realizaba la revisión de las instalaciones por el DRO.

En una conversación con la responsable de trámites escolares y de titulación, ella aseguró que desde el momento en que tembló, el director le encomendó estar al tanto del desalojo de los alumnos y del avance en la elaboración del dictamen oficial; además, para ella era importante estarles informando a los estudiantes lo que pasaba con la escuela y sus clases.

Comentó también que horas después del sismo, y ya sin estudiantes dentro del plantel, profesores y administrativos hicieron un recorrido para revisar "por encima" las instalaciones; caminaron por todo el plantel con precaución, viendo a lo lejos y algunas veces muy de cerca, los salones.

Recordemos que la escuela está situada en un cerro, los maestros tenían miedo de que algo se derrumbara, o que ocurriera un deslave. A ojo de buen cubero, como se dice coloquialmente, determinaron que el plantel no había sufrido grandes daños, pero aún no era seguro retomar actividades.

Fue hasta el 25 de septiembre, seis días después del sismo, que Protección Civil del municipio se presentó para hacer la inspección minuciosa de la institución; ese mismo día, el presidente municipal, Indalecio Ríos, publicó en su cuenta oficial de Facebook, que se había hecho la revisión, pero aún no podían reanudarse las clases, debido a que era necesario contar con el dictamen oficial de las autoridades correspondientes.

Al parecer, la visita de Protección Civil no sirvió de nada. Transcurrían los días y las clases no se reanudaban, únicamente asistía el personal administrativo para participar en simulacros para enfrentar contingencias. Solo quedaba esperar al DRO, como lo había estipulado la SEP. Mientras tanto, la responsable de trámites escolares y titulación, por medio de la página de Facebook, continuaba dando información a los alumnos y padres de familia sobre la situación; la novedad era que no había novedades.

La inconformidad se hace presente

La inconformidad de los alumnos salió a relucir en los comentarios que publicaban; menciona la encargada de trámites escolares, que en algunos momentos llegó a sentirse mal por los comentarios agresivos que recibía, sobre todo culpando a las autoridades escolares por el retraso de clases y tachándolos de flojos, pero en su opinión, "no se podía hacer más".

Por fin, el día 2 y 3 de octubre, recibieron al DRO, quien, junto con su equipo, realizó la inspección de las instalaciones del plantel, tal como lo había estipulado la SEP como condición para el regreso a clases. Comenta la responsable de trámites escolares, que durante la revisión, los dictaminadores iban anotando las anomalías, hacían anotaciones en los edificios, algunos los marcaban y otros no. El DRO se retiró del plantel anunciándoles que recibirían el dictamen en el transcurso de los días, sin precisar cuántos o cuándo.

El 7 de octubre, la escuela recibe el dictamen oficial en el que se avala que es habitable y libre de riesgo, a excepción de un muro de contención que se encuentra entre las canchas de basquetbol y el frontón, que son áreas de recreación para los estudiantes. El DRO recomendó prohibir el tránsito y uso de estos espacios, hasta su reparación o en todo caso, su demolición.

A partir del 9 de octubre, regresó todo el personal del plantel a laborar, retomando los tramites y papeleos que quedaron en pausa o inconclusos.

Transcurrieron diez días más, después de la visita del DRO, para que la escuela apareciera en las listas de las que reanudaban clases. En la escuela, las autoridades llegaron a pensar que el documento no había llegado a su destino, se había extraviado o que algo andaba mal. Finalmente, el martes 17 de octubre, por medio de la página de Facebook, publicaron el comunicado oficial de reanudación de actividades académicas. Así que, al día siguiente, los alumnos regresaron a su centro de estudio.

Incógnitas sin resolver

Sin duda alguna, la comunidad del CBTIS 29, vivió días llenos de disgusto, incertidumbre y desesperación. Aparentemente, todo regresó a la "normalidad". No obstante, quedan algunas incógnitas por resolver.

Una es la presencia de protección civil del municipio. ¿Con qué finalidad se presentaron, si de todas formas la escuela tuvo que esperar el dictamen de un DRO, como lo había establecido la SEP?

Otra es la presencia del personal administrativo en el plantel, mucho antes de que lo hicieran los alumnos y maestros, cuando la escuela aún no contaba con el dictamen y tampoco aparecía en la lista de aquéllas consideradas como seguras. ¿Será que, para quienes ordenaron su regreso, la seguridad de este personal no importa?

La tercera tiene que ver con la reparación de la barda, ¿quién cubriría el costo y cuándo se haría el arreglo?, ¿o será que la restricción en el acceso a una zona de ejercitación y recreación, que tanta falta hace, se convirtió en parte de la normalidad?

                                                                           

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